sábado, 10 de agosto de 2013

La felicidad afecta a los genes.

El cuerpo distingue, a nivel celular, los distintos tipos de felicidad. La sensación de bienestar motivada por un noble objetivo genera beneficios para la salud, mientras que el hedonismo puede ocasionar efectos negativos.
Han clasificado la felicidad en dos apartados: hedonista y eudaimonista
La filosofía ha clasificado la felicidad en dos apartados: la hedonista, ligada al placer, y la eudaimonista, una manera más profunda de sentir la experiencia. La investigación señala que aquellas personas más tendentes a la noble felicidad presentan un perfil génico favorable, mientras que aquellos más hedonistas tienen perfil negativo.
Steven Cole, coautor del estudio y profesor de Medicina en UCLA, lleva diez años examinando cómo responde el genoma humano al estrés, la miseria, el miedo y en general a todos los factores negativos. Ahora se ha preguntado además cómo afecta el bienestar a la expresión génica. Estudios anteriores habían indicado que las células inmunes circulantes muestran un cambio sistemático en los perfiles de expresión génica de base durante periodos prolongados de estrés, amenaza o incertidumbre, caracterizado por un aumento de la expresión de genes implicados en la inflamación (relacionados con una amplia variedad de trastornos como la artritis o las enfermedades coronarias) y una disminución en la expresión de genes implicados en respuestas antivirales.
«En la sociedad contemporánea, la activación crónica de amenazas sociales puede causar lesiones cardiovasculares o neurodegenerativas y puede poner en peligro la resistencia a las infecciones virales», explicó Cole. Los investigadores tomaron muestras de sangre de 80 adultos sanos, que fueron evaluados además por sus factores psicológicos y conductuales.
Hacer el bien y sentirse bien tiene efectos muy diferentes en el genoma.
La eudaimonía genera perfiles de expresión génica favorable, mientras que el hedonismo provoca un perfil adverso. «Todos parecían tener los mismos altos niveles de emoción positiva. Sin embargo, sus genomas estaban respondiendo de manera muy diferente», aclara Cole. «Lo que este estudio nos dice es que hacer el bien y sentirse bien tiene efectos muy diferentes en el genoma humano, a pesar de que generan los mismos niveles de emociones positivas», dice.
«Sabemos por muchos estudios que ambas formas de bienestar se asocian con una mejor salud física y mental, además de los efectos derivados de la reducción del estrés y de la depresión. Pero hasta ahora se había tenido poca información sobre las bases biológicas de estas reacciones», señala Fredrickson. Según los investigadores, estos resultados revelan el coste oculto del bienestar puramente hedonista.

A Fredrickson el hallazgo le resultó sorprendente al principio y cree que la explicación se encuentra en que las personas que experimentan el hedonismo consumen lo que sería un equivalente emocional a las calorías vacías. “Sus actividades diarias les proporcionarían felicidad a corto plazo, pero tendrían consecuencias físicas negativas a largo plazo. 
Fuente de información: www.abc.es/ciencia/20130731

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