La Fosa de las Marianas, situada en el
océano Pacífico y considerada el lugar más profundo del planeta, no es un
inhóspito infierno acuático. Al contrario de lo que pueda parecer, esta
cicatriz de 2.550 km de longitud que alcanza los 11 km de profundidad -el monte
Everest podría introducirse dentro- en el Abismo Challenger, está repleta de vida. Investigadores de la
Universidad de Dinamarca del Sur, Odense, han descubierto altos niveles de actividad microbiana en los
sedimentos del fondo, justo donde hace unos meses descendió el
director de Hollywood James Cameron.
Debido a su
profundidad extrema, la fosa está envuelta en una oscuridad perpetua con
temperaturas glaciales. Sin embargo, el equipo dirigido por Ronnie Glud
comprobó que el nivel de consumo biológico de oxígeno era dos veces más elevado
que en un lugar cercano situado a solo 6.000 metros de profundidad. El análisis
de los sedimentos extraídos en los dos lugares muestra también concentraciones
más elevadas de células microbianas en el Abismo de Challenger. Cameron debía
haber «rascado» un poco más.
Los
investigadores utilizaron un robot submarino de 4 metros y 600 kilos concebido
especialmente para la búsqueda de vida en la fosa, con sensores ultrafinos para
sondear el consumo de oxígeno de los fondos marinos. El equipo también realizó
vídeos del fondo de la fosa. La
presión allí es casi 1.100 veces superior a la que existe en la
superficie. Sin embargo, encontrar comida es un reto aún más grande que
soportar la presión.
Fuente de información: www.abc.es/ciencia/
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