viernes, 3 de mayo de 2013

Robot de aire marciano para explorar los hielos de Groenlandia.


El Grove mide casi dos metros de alto, pesa 400 kilos y puede desplazarse por la nieve autónomamente, a una velocidad de dos kilómetros por hora y sin contaminar, con un radar para explorar las capas de nieve que se acumulan formando los glaciares. Se parece a los robots rodantes, o rover, de exploración planetaria que la NASA envía a la superficie de Marte, como el Curiosity. Pero en este caso el entorno en que el vehículo tiene que desenvolverse, por desértico y extremo que sea, está en el planeta Tierra: los hielos de Groenlandia.
El prototipo está listo y las pruebas con el nuevo aparato en Groenlandia comienzan el 3 de mayo para durar algo más de un mes. El objetivo científico, aún en la fase de ensayos, es detectar la capa de nieve que se formó allí el pasado verano tras un excepcional episodio de fusión del 97% de la superficie helada de Groenlandia debido a las altas temperaturas registradas.
La idea surgió de un grupo de estudiantes de ingeniería entusiastas de los rover que, durante sus prácticas en el Centro Goddard de la NASA, plantearon a una científica, Lora Koening, si sería de utilidad un rover en sus investigaciones de la acumulación de capas en los glaciares. Los datos normalmente se adquieren desde satélites y aviones, o los toman los científicos desplazándose en motos de nieve en condiciones a menudo realmente difíciles. A Koening le gustó la idea del robot, la encontró útil y propuso a los jóvenes colocar un radar en el vehículo autónomo, convirtiéndose también en asesora del proyecto. “Los robots como el Grover nos proporcionarán una nueva herramienta para los estudios de glaciología”, explica la científica en un comunicado de la NASA.
Al Grover (Greenland Rover Goddard Remotely operated Vehicle for Exploration and Research), se le unirá en las pruebas de campo otro robot rodante, el Cool Robot, desarrollado en el Dartmouth College, con financiación de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF)estadounidense, diseñado para llevar diferentes instrumentos de muestreo atmosférico y de glaciares.
El Grover es exactamente como un vehículo espacial operando en el suelo: tiene que sobrevivir durante meses sin ayuda en un entorno hostil, con unos pocos comandos para conocer su condición y darle instrucciones para desenvolverse en las situaciones que encuentre.
Con 1,80 metros de altura, incluidos los paneles solares en la cubierta, y dos sistemas de cadenas de nieve para desplazarse, el Grover funciona enteramente con energía solar, de manera que se evita toda contaminación en los entornos polares prístinos que tiene que recorrer. Los paneles están colocados formando una V invertida para captar energía tanto del Sol como la radiación reflejada en la superficie de hielo. Dos baterías recargables acumulan energía para el radar.

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