sábado, 16 de febrero de 2013

La sensación del tacto con un implante cerebral y luces infrarrojas


Las manos y piernas biónicas permiten a las personas amputadas correr, dar patadas, coger objetos, cocinar, conducir, maquillarse y camuflarse, casi, como si fueran sus propias extremidades. Pero, por sofisticada que sea, todavía ninguna devuelve el tacto perdido. Ni la sensación de una caricia ni el placer de caminar por la arena. El reto que se ha planteado un equipo de neurobiólogos de la Universidad de Duke (Estados Unidos) es devolver esa sensación, que las personas con miembros artificiales vuelvan a tocar y a sentir. De momento, lo han conseguido en ratas, con una estrategia que requiere un implante cerebral y señales infrarrojas.
Los investigadores colocaron a un grupo de ratas un implante en el cerebro conectado a un detector de infrarrojos. El dispositivo se colocó en la zona del cerebro encargada de procesar la información relacionada con el sentido del tacto para que interpretase la luz como una sensación de contacto.
En el experimento respondieron tanto al sentido de tacto simulado por los sensores de luz infrarroja como al tacto real al tocarles los bigotes. De alguna manera, las células del cerebro pueden procesar ambos tipos de información: la creada por la luz y la real.
Esta plasticidad del cerebro anima al grupo de Duke a pensar que se podría estimular una gama más amplia de células neuronales para que el cerebro se adapte a nuevas fuentes sensoriales .
El grupo de Miguel Nicolelis lleva años trabajando en fórmulas que permitan a los tetrapléjicos controlar sus extremidades, tanto reales como virtuales, con el control de la mente. Lo hacen integrando el cerebro humano con las máquinas. Entre otros avances, este equipo de científicos han conseguido que personas sin movilidad en brazos y manos pudieran mover sus prótesis solo con el pensamiento. O que monos, sin mover ninguna parte de su cuerpo, pudieran servirse de la actividad eléctrica del cerebro para mover unas manos virtuales, tocar objetos y reconocer sus texturas.
Fuente de información: www.abc.es/ciencia/

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