La hiperactividad en la ínsula,
un área del cerebro
relacionada con el desarrollo de las emociones, favorece la aparición de
errores de juicio frecuentes entre los adictos al juego.
A menudo, estos padecen distorsiones cognitivas que les impiden percatarse de las
auténticas posibilidades que tienen de ganar o perder. Por ejemplo, estas
personas se sienten animadas a seguir jugando cuando creen que han errado en
una apuesta por poco, aunque, en realidad, no haya diferencia entre fallar
por poco o por mucho.
Esta percepción se aprecia también en la denominada falacia del jugador:
quienes la experimentan creen que tras una serie de resultados fallidos
inevitablemente se producirá un acierto, aunque no tenga por qué ser así.
Se pidió a varios individuos que habían sufrido daños en distintas áreas de los sesos, como la amígdala, la corteza prefrontal ventromedial o la ínsula, que jugaran a una ruleta y con una máquina tragaperras especialmente preparada para que mostrara resultados premiados y aproximaciones.
Mediante técnicas de neuroimagen, los expertos observaron que solo aquellos
cuya ínsula se encontraba afectada no mostraban la mencionada tendencia a
seguir apostando cuando no acertaban “por poco”. Estos eran también los
menos propensos a dejarse llevar por la falacia del jugador.
Todo ello sugiere que la
actividad en la ínsula está íntimamente relacionada con las distorsiones de
juicio que se dan entre los ludópatas.
Fuente
de información: www.muyinteresante.es
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