La
Universidad Tecnológica de Viena ha creado unas capas ultrafinas de
tungsteno y selenio que pueden utilizarse como células solares
flexibles, convirtiéndolas así en las placas más finas del mundo.
Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Nature
Nanotechnology.
De
nuevo el protagonista es el grafeno,
ese material que está revolucionando la ciencia y la tecnología y
cuyos descubridores consiguieron el Premio Nobel de Física en 2010
gracias
a él. El grafeno está compuesto de una capa que tiene el espesor de
un átomo de carbono, y presenta unas cualidades electrónicas muy
especiales, ya que puede soportar tensiones mecánicas extremas y
tiene
grandes propiedades optoelectrónicas(electrónica
hecha con luz). Tomando como base la estructura de este material, el
equipo de investigadores indagó otros materiales que tuviesen aún
mejores propiedades electrónicas que el grafeno.
Así
pues, centrándose en el wolframio o tungsteno y en el selenio, los
investigadores lograron
crear un diodo de diselenuro de tungsteno que
absorbía la luz al igual que el grafeno pero cuya luz podía
utilizarse para crear energía eléctrica. El
material resultante forma una capa tan delgada que el 95% de la luz
pasa a través de ella, pero de ese 5% restante, una décima parte es
absorbida por el material y convertida en energía eléctrica.
Teniendo
en cuenta que las células solares estándares están compuestas
principalmente de silicio y son bastante voluminosas y poco
flexibles, este material
tan prometedor tiene
visos de convertirse en un imprescindible entre los materiales, tal y
como ha sucedido con el grafeno.
Fuente de información: www.muyinteresante.es
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